No se está transformando en un Gremlin, es todo un adolescente.
- Deyanira Aponte Hernández, CPL
- Nov 10, 2016
- 4 min read

Todo padre teme que su querido Mogwai abra la nevera, coma pollo después de la media noche y se transforme en Gremlin. La madre o el padre dictador impedirá que Guismo abra la nevera del todo. Con el propósito de sobre protegerle, le ordenará a su adolescente: "abrirás la nevera cuando yo diga mientras vivas en mi casa". Por otro lado, el padre o la madre permisiva permitirá que abra la nevera cuando quiera, aun luego de la tan peligrosa media noche. Pero no tan solo esto, sino que su Mogwai además de comer pollo, lo que dará paso a la transformación de un Gremlin, jugará con agua sin estar consiente de la terrible consecuencia. Sin embargo, la madre y el padre que cría a sus hijos proactivamente, por el contrario, explicarán a sus hijos que el problema no es abrir la nevera sino comer pollo después de cierta hora y conversarán sobre las consecuencias de la terrible transformación y del peligro de entrar en contacto con el agua.

Tenemos que recordar que la palabra “criar” es un verbo que nos llama a asumir un rol activo en la vida de nuestros hijos. El cerebro de los adolescentes está en desarrollo, especialmente el Lóbulo Frontal, o Centro Ejecutivo del Cerebro, cuyas funciones son, nada más y nada menos que: el juicio en la toma de decisiones, la empatía, considerar las consecuencias, regular las emociones, la conciencia de sí mismo y el sentido de la moral. ¿Suena familiar? ¿Tienes que repetir las mismas instrucciones una y otra vez? ¿Tu adolescente parece estar ciego cada vez que pasa por al lado del zafacón que se desborda? Cuando hace algo peligroso, ¿parece creerse inmortal? ¿Quisieras meterte en su cabeza cuando toma una decisión errada para saber qué estaba pensando?
No está tranformándose en Gremlin, su conducta tiene una explicación; su cerebro está en desarrollo. Como mamá y como papá tienes dos opciones: asumir un rol pasivo y dejar que otras influencias tales como: los medios de comunicación, la música, los amigos, la escuela, las redes sociales, entre otras, sean los protagonistas del desarrollo del Centro Ejecutivo del cerebro de tu adolescente o asumir un rol activo en sus vidas aprovechando las experiencias que van surgiendo en el día a día para ayudar a moldear el área del cerebro que hará de tu hijo una persona juiciosa, un ciudadano considerado y solidario, un profesional exitoso y un individuo con inteligencia emocional.
Tu hijo(a) te necesita. Esta información que la ciencia nos ofrece sobre el cerebro nos ayuda a entender que no podemos pretender que nuestros hijos tomen la decisión correcta siempre, pues su cerebro no es un producto terminado. Los padres que crian proactivamente enseñan a sus hijos a ser responsables, a cooperar con los demás, a ser valientes y creer en sí mismos. También les enseñan a solucionar sus propios problemas, a negociar cuando hay desacuerdos y a resolver los conflictos sin tener que utilizar la violencia. Nuestros hijos necesitan que les enseñemos con nuestro amor incondicional a levantarse del piso sin vergüenza. De otra forma corremos el riesgo de que la próxima vez oculten su error en vez de acudir a nosotros, pues entienden que equivocarse está prohibido si nos limitamos a descargar nuestras emociones y castigarlos.
He ahí la importancia de nuestro cambio de actitud ante los problemas que surgirán. Nuestros hijos deben acostumbrarse a dos acciones de nuestra parte: que ofrezcamos algún tipo de aprendizaje cuando surja algún reto o situación difícil y que nos sentemos con ellos para que el diálogo en familia les ayude a evitar futuros problemas.

Recuerda que cada situación nos ofrece la oportunidad para enseñarle a los hijos las destrezas que les encaminarán hacia el éxito. Es precisamente esto lo que nos hace figuras de autoridad en su vida. El hogar es la escuela donde los padres enseñamos destrezas para la vida. Cuando se asoman los problemas quizás sea indicativo de que es hora de revisar la estructura y las reglas que hemos establecido en nuestro hogar. Éstas deben ir adaptándose a las edades de nuestros hijos. O como pasa en muchos hogares, no nos damos cuenta de que debemos establecerlas hasta que comienza a asomarse el Gremlin. Si tu hija siempre tiene el cuarto desordenado, es hora de ver el problema del desorden como una oportunidad para delegar responsabilidades y enseñar el valor de la nitidez y la organización. Si tu hijo ya está interesándose por salir con sus amigos puedes aprovechar la oportunidad para dialogar con él o ella sobre tus preocupaciones, lo que esperas en cuanto a su conducta, negociar un horario apropiado y poner las cartas sobre la mesa para que haya claridad en la comunicación. Tu hijo debe entender que te interesas por que disfrute su vida de manera segura y responsable.
Lo que distingue a una familia feliz y saludable de aquellas que tropiezan con eternas frustraciones y conflictos no es la ausencia de problemas sino que algunas familias, lejos de ignorar los problemas, los manejan efectivamente aprovechándolos como maravillosas oportunidades para el aprendizaje. La próxima vez, antes de presionar el botón de pánico, respira profundo y pregúntate, qué destreza necesita aprender mi hijo en esta situación.
Te propongo una tarea:
Piensa en los problemas o situaciones que han surgido en tu familia últimamente y piensa cómo puedes convertirlas en oportunidades para enseñar a tus hijos destrezas para la vida.
Deyanira Aponte Hernández, CPL
Referencias: Popkins, M. (2005) Doc Pop’s 52 Weeks of Active Parenting. GA: Active Parenting Publishers.
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